miércoles, 1 de noviembre de 2017

La realidad del mundo moderno y el cambio de paradigma que pocos logran percibir.


Escuchamos que la única manera de proteger nuestros "empleos" es aumentar nuestra productividad, pero luego descubrimos que aplicar la reingeniería a los procesos de trabajo, empleando equipos autoadministrados, haciendo más horizontales a las empresas y vaciando nuestro trabajo de rutina en las computadoras vuelve innecesarios muchos "empleos".
Mientras  crecía, leía predicciones acerca de que, para el año 2000, todos trabajarían tan sólo treinta horas a la semana y que el resto sería tiempo libre. Pero a medida que la humanidad se ha desarrollado, parecerá más probable que la mitad de nosotros trabajará sesenta horas a la semana, y el resto estará desempleado. Entonces, al igual que la leyenda sobre las ilustraciones en las revistas infantiles que nos presentan un acertijo, pregunto: "¿Qué hay de malo con este cuadro?"
No se trata de que a los presidentes de las naciones o a sus críticos no les importe lo que nos sucede. No se trata de que las empresas que alguna vez solicitaron nuestra lealtad, y que crecieron gracias a nuestros esfuerzos, nos hayan traicionado. La falla ni siquiera radica en el temido monstruo de la "competencia extranjera", a la cual se ha culpado por todo, desde el desempleo hasta la caída de los niveles de vida en el primer mundo. Es una pena que estas cuestiones no  sean las culpables: de serlo, nuestra tarea sería más sencilla.
Dentro de un siglo, nuestros descendientes harán análisis retrospectivos y se sorprenderán de que no hayamos visto con más claridad lo que estaba sucediendo. Dirán cuán obsesionados estábamos en este juego parecido al de las sillas musicales, al que llamaría de "empleos musicales", en el que mes tras mes gran número de personas debían retirarse. Nos compadecerán, pero dirán que nuestros sufrimientos fueron el resultado de querer jugar con las viejas reglas. A nuestras contrapartes de finales del siglo  XXI, la lucha actual por los empleos les parecerá como una pelea por las sillas en la cubierta del Titanic.[1]
Quiero aclarar que ésta no es una de las tantas lamentaciones que insisten que  “la economía se está hundiendo”; todo lo contrario, ya que considero que el mundo moderno está a punto de dar un gran salto cualitativo en creatividad y productividad. Pero el empleo no será parte de la realidad económica del mañana. Aunque siempre habrá grandes cantidades de tareas por hacer, este texto sugiere que el trabajo no estará contenido dentro de las envolturas conocidas que llamamos empleos. De hecho, en la actualidad muchas organizaciones están ya dentro del camino hacia estructuras "sin empleos".
El empleo es un artefacto social, aunque está inmerso con tanta profundidad en nuestra conciencia que la mayoría de nosotros hemos olvidado su artificialidad o el hecho de que muchas sociedades desde el principio de los tiempos han funcionado bien sin los empleos. El concepto de empleo surgió a principios del siglo  xix para abarcar las tareas que debían hacerse en las nacientes fábricas y burocracias de las naciones que se industrializaban. Antes de que la gente tuviera trabajos, se afanaban con el mismo empeño pero en una cambiante multitud de tareas, en una variedad de lugares, en un horario establecido por el sol, el clima y las necesidades del día. El empleo moderno fue una asombrosa y nueva idea para muchas personas, una idea desagradable e incluso socialmente peligrosa. Sus críticos insistían en que se trataba de una forma desnaturalizada, incluso inhumana, de trabajar. Predijeron que la mayoría de la gente no sería capaz de acostumbrarse a sus exigencias. Incluso los estadounidenses se refirieron alguna vez al trabajo como una "esclavitud con sueldo" y lo comparaban con la libertad y seguridad del granjero o del artesano. “…la supervivencia de un proletariado que tiene que conformarse con un salario asignado por los poderosos señores del dinero. Para Karl Marx, existen dos clases sociales, una capitalista que posee los medios de producción y una proletaria que, no teniendo otra alternativa, vende su fuerza de trabajo al señor capitalista, quien lo explota y siempre va a buscar la manera de pagarle el salario más bajo posible..”[2] Pero lo que empezó como una controversia se convirtió en la ortodoxia fundamental: estamos atrapados en los empleos.
Ahora el mundo del trabajo está cambiando de nuevo. Las mismas condiciones (producción en masa y grandes organizaciones), que hace doscientos años crearon los empleos, están desapareciendo. La tecnología nos permite automatizar las líneas de producción, donde antes los obreros acostumbraban llevar a cabo sus tareas repetitivas. En lugar de largas cadenas de producción donde deben hacerse las mismas cosas una y otra vez, se está promoviendo la producción a la medida. Las grandes empresas (donde antes estaban los mejores empleos) están "atomizando" sus diversas actividades y las están encomendando a firmas más pequeñas, que crearon o se apoderaron de nichos redituables. Esto de "encomendar el trabajo a fuentes externas " no sucede sólo en las áreas de apoyo donde empezó a manejar la cafetería, por ejemplo, o proporcionar servicios de mantenimiento. Tres de cada diez grandes compañías industriales estadounidenses solicitan a otras empresas por lo menos la mitad de su producción. Los servicios públicos se están privatizando y las burocracias gubernamentales (los últimos bastiones de la seguridad de los empleos) están disminuyendo. A medida que las condiciones que generaron los empleos desaparecen, perdemos la necesidad de agrupar el trabajo en empleos. Con razón están desapareciendo.
Todos debemos aprender nuevos sistemas de trabajo. El tema está en buscar el ¿Cómo?. Mientras que en algunos casos los nuevos métodos de trabajo sólo requieren nuevos conocimientos tecnológicos, en muchos otros necesitarán de algo más importante: la "capacidad" para encontrar y efectuar trabajos en un mundo sin empleos definidos y estables. Se ha convertido casi en un axioma el hecho de que las carreras de la actualidad deben ser autoadministradas; pero, con frecuencia, dicho enunciado tan sólo significa que tendrá que encontrar su próximo empleo sin ayuda exterior, y esto es ya un hecho en los países del llamado primer mundo. El problema es que incluso este consejo ya está pasado de moda. Los trabajadores de hoy necesitan olvidarse por completo de los empleos y al contrario, buscar el trabajo que necesita hacerse y luego prepararse como la mejor opción de llevar a cabo dicho trabajo.


                       Trabajar desde casa se ha convertido en una variante óptima, por la que ya muchos optan. 


Pero como individuos no es posible ir más lejos. Es muy importante saber lo que tendrá que hacer la organización sin empleos para acomodar al trabajador sin empleo, así como lo que la misma sociedad debe hacer para responder a las necesidades del nuevo trabajador. Es vital conocer y estudiar sobre las interrupciones y trastornos que ocurrirán durante este nuevo periodo de transición.
Como dije, los periódicos llevan la cuenta diaria de los despidos, pero también nos muestran inquietantes historias de otro tipo: revisiones  sobre las cifras de empleos perdidos, debates sobre si la recesión en realidad fue tan mala después de todo, reflexiones que insisten en que estamos reaccionando en forma exagerada. Pero el manejo de datos en dichos artículos es peligrosamente selectivo. Las demandas del consumidor tal vez estén obligando a "reaccionar" y los fabricantes "tal vez no tengan más alternativa que aumentar sus nóminas", de acuerdo con un artículo. "Es verdad sobre todo en la industria del automóvil... (donde) muchos trabajadores despedidos tal vez sean recontratados". Esas noticias serían una sorpresa para los cientos de miles de trabajadores en la industria automovilística o en industrias relacionadas a ésta, que no tienen ninguna oportunidad de recuperar sus empleos, aun cuando la economía entrara en el mayor auge de los últimos veinticinco años. Sus empleos pueda que se hayan perdido para siempre.


                   La industria del automóvil ha experimentado un cambio radical y revolucionario. 
                  ¿Ve algún empleado aquí?



Necesitamos comprender las proyecciones optimistas como lo que son: intentos por tranquilizar a la gente más afectada, que sabe que algo importante está sucediendo, aunque no está segura exactamente de qué es. Y debemos aceptar que tranquilizarnos no nos ayudará en nada, porque sin un cuadro más claro de la realidad no estaremos pertrechados para el futuro. El futuro será muy diferente de aquél que esperábamos cuando crecimos, y la mayoría de nosotros está tan poco preparada para él como los aldeanos ingleses del siglo XVIII lo estuvieron para los empleos en las fábricas del siglo XIX.
Así que concentrémonos en el futuro real. No es un futuro con demasiados votantes, ya que a la mayoría de nosotros nos gustaría que se alejara y que nos permitiera regresar al mundo como el que esperábamos. Pero es por nuestro propio bien que debemos despertar A menos que veamos eso, no podremos ni como individuos ni como sociedad prepararnos para el futuro. Después de todo, la realidad es la mejor tierra donde vivir. Le hemos propuesto al lector dejar este tema abierto, el objetivo fundamental ha sido motivarlo a no quedarse estático ante el cambio de paradigma que vive el mundo en el presente siglo XXI.
La crisis global actual tiene diferentes interpretaciones, la que dan los pesimistas, en los que me incluyo, donde se dice que ya todo está perdido, que hay muy poco que hacer…, y la que dan los optimistas, que se trata, en el fondo, de un cambio de paradigma nunca antes conocido por la humanidad, donde la nueva era de la información y el ciberespacio deja atrás la era anterior de la revolución industrial. Quien no sea capaz de comprender este asunto, sencillamente seguirá en sus lamentos, mientras a su lado podrá ver a muchas personas levantarse y adaptarse a la nueva era. Esto requiere de un cambio importante en nuestra manera de pensar y actuar, la era moderna con sus avances tecnológicos inimaginables sólo 20 años antes, no nos va a preguntar si queremos cambiar, o si preferimos el HD en lugar de un video Beta o VHS, sencillamente la tecnología se impone, y eso es lo que debemos comprender para lograr salir adelante y disfrutar de todas las ventajas que ofrece el avance tecnológico y la nueva era digital.


3MSc. Arq. Ing. Adalberto Arévalo Ramírez



[1] Bridges, William: Mill Valley, California, “Cómo crear nuevas oportunidades”, Prefacio, Junio de 1994.
[2] Heinrich Marx, Karl (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818 - Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. Autor de “El Capital”

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